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“You Can Take the Belt”: La Furia de Terence Crawford Contra Mauricio Sulaimán Sacude al Boxeo Mundial

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    redcomarcamx
  • hace 3 días
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Getty Images for Netflix
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En el boxeo profesional —un deporte construido sobre glorias efímeras, sacrificios permanentes y burocracias viscosas— pocas escenas resultan tan dramáticas como ver a un campeón del mundo despojado de su cinturón fuera del ring. Eso es exactamente lo que ocurrió esta semana, cuando el Consejo Mundial de Boxeo (WBC), presidido por Mauricio Sulaimán, retiró oficialmente a Terence “Bud” Crawford el título supermediano que conquistó el pasado septiembre frente a Saúl “Canelo” Álvarez.

Lo que siguió fue una explosión pública del campeón, un desafío abierto a la autoridad de uno de los organismos más poderosos del deporte y una grieta que amenaza con reconfigurar el panorama de las 168 libras.


La chispa: un cinturón arrebatado por cuotas impagas

La decisión del WBC se fundamentó en algo que, a primera vista, podría parecer trivial: Crawford no pagó las cuotas obligatorias de sanción correspondientes a sus últimas dos peleas, incluyendo la que lo coronó campeón contra Álvarez. El monto, alrededor de 300 mil dólares, representa una fracción ínfima de su ganancia total por esa noche, pero es parte del mecanismo con el cual el organismo certifica y administra sus títulos.

En un deporte donde las reglas están talladas en décadas de tradición, el WBC argumentó que las normas deben aplicarse incluso a las superestrellas. Según el organismo, enviaron múltiples notificaciones al equipo de Crawford: a su entrenador, a sus representantes legales, a su promotor y finalmente al propio peleador. Nunca recibieron respuesta.

En su convención anual, celebrada en Bangkok, el organismo votó formalmente para dejar vacante el título. Para Sulaimán, fue “una decisión dolorosa, pero necesaria”.


Crawford responde: una declaración de guerra

Terence Crawford no es un boxeador dado a los escándalos. Es disciplinado, reservado, metódico. Pero cuando el WBC anunció su decisión, el campeón explotó con una furia que se ha vuelto viral en cuestión de horas.

En un monólogo grabado en video, Crawford habló sin filtro, sin contención y sin la diplomacia habitual del deporte.

You can take the belt”, dijo con un tono que mezclaba indignación, desprecio y cansancio.

El mensaje era claro: si el cinturón le pertenece a una estructura burocrática y no a lo que hizo sobre el ring, entonces el cinturón no vale nada.

Crawford acusó directamente a Mauricio Sulaimán de actuar con favoritismos, insinuando que el dirigente aún resentía la derrota de Álvarez. También lo acusó de lucrar con el esfuerzo de los peleadores y cuestionó la ética de cobrar cuotas desproporcionadas por combates de alto perfil.

En su declaración más incendiaria, el campeón afirmó:

“Ese cinturón es un trofeo. Yo ya gané donde importa: en el ring”.

Es una frase que sintetiza buena parte del conflicto moderno en este deporte: ¿quién define realmente a un campeón, el organismo o la pelea?


Sulaimán: decepción y líneas rojas

Mauricio Sulaimán no tardó en responder. En un tono menos explosivo pero igualmente contundente, aseguró que el WBC hizo todo lo posible por evitar llegar a este punto. Explicó que incluso redujeron la cuota de Crawford a menos de una cuarta parte de lo que normalmente correspondería a un campeón de su nivel, pero aun así no recibieron un solo mensaje de vuelta.

Según Sulaimán, el problema no era el dinero, sino lo que significaba ignorar rotundamente al organismo que sancionó y avaló la pelea por la cual Crawford ganó el título.

“El WBC apoya a los peleadores, pero existen reglas que deben respetarse. No podemos operar sin orden”, explicó durante la convención en Bangkok.

Para Sulaimán, la falta de respuesta fue un acto de desdén institucional que no podía quedar sin consecuencias.


Más allá del dinero: una crisis de credibilidad

En el fondo, esta disputa no se trata únicamente de cuotas impagas. Refleja un conflicto creciente entre los boxeadores elite y los organismos que regulan el deporte. El boxeo moderno vive una crisis de credibilidad: demasiados títulos, demasiados organismos, demasiadas interpretaciones contradictorias sobre quién es realmente campeón de qué.

Para Crawford, ser reconocido como campeón por otros organismos —y haberle ganado a Canelo Álvarez en una de las peleas más grandes de la década— es suficiente.

Para el WBC, la legitimidad pasa por su propio sistema: cuotas, contratos, reglamentos.

Ese choque frontal —gloria deportiva vs. estructura administrativa— es lo que vuelve este episodio tan significativo.



Lo que perdió el WBC, lo que ganó Crawford

Paradójicamente, el organismo pierde uno de los nombres más grandes y respetados del boxeo actual. Crawford no es solo un campeón: es un símbolo de excelencia, profesionalismo y dominio técnico. Su salida voluntaria o involuntaria del ecosistema del WBC deja un vacío difícil de llenar.

Crawford, en cambio, podría salir fortalecido.

En un deporte donde los aficionados se hartan cada vez más de la fragmentación de títulos, ver a un campeón de su calibre desafiar abiertamente a un organismo puede ser visto como un acto de valentía.

En redes sociales, miles de comentarios apoyan su postura. En el imaginario popular, el cinturón verde del WBC —históricamente uno de los más prestigiosos— no pesa tanto como haber derrotado al peleador más influyente de la década.


El futuro de la división supermediana

Mientras Crawford se declara libre de la autoridad del WBC, el organismo ya se mueve para llenar el vacío. Dos peleadores emergen como candidatos para disputar el cinturón vacante, en una maniobra que busca restaurar orden en la división de las 168 libras.

Pero cualquier nuevo campeón cargará con un estigma difícil de borrar:el cinturón que porten era el de Crawford.Y no lo perdió arriba del ring.

Para muchos, ese detalle basta para cuestionar su legitimidad.


¿Quién gana y quién pierde?

El episodio deja heridas profundas:

  • El WBC defiende su autoridad, pero paga el precio de parecer rígido en exceso.

  • Crawford pierde un título oficial, pero gana la narrativa pública.

  • El boxeo, como industria, vuelve a quedar atrapado en un debate que lleva décadas: demasiados organismos, demasiadas reglas, demasiadas disputas que no ocurren en el cuadrilátero.

El campeón dejó clara su postura:los peleadores arriesgan su vida; los organismos solo arriesgan papeles.



Esta no es solo una disputa administrativa. Es una pugna simbólica entre un organismo que busca preservar su autoridad y un campeón que se siente traicionado por la burocracia del deporte que domina.

En su arrebato final, Crawford dejó una frase que probablemente quedará como emblema de esta era del boxeo:

“You can take the belt.”

No hay metáfora más precisa para la tensión que define al boxeo actual:los títulos pueden ser retirados, pero las peleas —esas que escriben historia— pertenecen al peleador.

Y Crawford, al menos por ahora, mantiene la victoria más importante de todas:la del ring, la incuestionable, la que no se paga ni se sanciona.

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