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Tony no volvió del ring: la historia detrás del adiós de un boxeador lagunero

  • Foto del escritor: redcomarcamx
    redcomarcamx
  • hace 5 días
  • 3 Min. de lectura

A las 10:30 de la mañana del domingo 6 de julio de 2025, la ciudad de Phoenix, Arizona, despertó con el sol golpeando los cristales de los hoteles del centro.


En uno de ellos, dentro de una habitación sencilla que había sido asignada a un boxeador mexicano la noche anterior, el personal de limpieza se encontró con un silencio inquietante. Tocaron. Nadie respondió.

Al abrir, descubrieron que Pedro Antonio “Tony” Rodríguez Bárcenas, de 37 años, ya no estaba con vida. Así terminaba, de forma abrupta y dolorosa, la historia de un peleador nacido en Gómez Palacio, Durango, criado en el corazón de la Comarca Lagunera, y que durante años cargó en los puños su propia lucha: la del sueño de sobresalir, pero también la de sobrevivir.


Un guerrero de carne y hueso


“Tony”, como lo conocían sus amigos, no era solo boxeador. También trabajaba como camillero en el Instituto Mexicano del Seguro Social en Torreón, y había fundado un pequeño gimnasio donde entrenaba a jóvenes que, como él, buscaban encontrar en el boxeo algo más que disciplina: una salida.


Con un récord de 15 victorias, 25 derrotas y 3 empates, su carrera no fue la de los reflectores, pero sí la de la resistencia. Peleaba donde lo llamaran. A veces con semanas de preparación, otras con días. Se subía al ring con la fe de que una buena noche podía cambiar su vida.

El 5 de julio peleó en Phoenix contra Phillip Vella. Fue una contienda difícil. Perdió por decisión, pero salió caminando por su propio pie. Esa noche habló por teléfono con su esposa, Karla. Le dijo que estaba bien, que saldría a buscar algo de cenar y luego se iría a descansar. Fue la última vez que ella escuchó su voz.


El vacío tras la campana Al día siguiente, cuando el transporte al aeropuerto lo esperaba, “Tony” no apareció. No respondió llamadas. No bajó al lobby. Fue entonces que el personal del hotel entró en la habitación. Las autoridades fueron notificadas de inmediato. Se inició una investigación, y aunque la causa oficial del fallecimiento aún no se ha determinado, en redes sociales comenzaron a circular versiones que apuntan a que se habrían encontrado sustancias no permitidas en el lugar. Personas cercanas a él, incluyendo algunos exboxeadores y compañeros del circuito profesional, mencionaron que en el pasado había atravesado por etapas difíciles relacionadas con adicciones. Sin embargo, su entorno más próximo afirmaba que en los últimos años se había mantenido enfocado y estable, combinando entrenamientos con su trabajo en el sector salud.


¿Pudo haberse evitado?


Un dato que ha encendido las alarmas entre promotores y aficionados al boxeo es el hecho de que, según registros públicos en BoxRec, Tony había sido noqueado apenas semanas antes en San Antonio, Texas. Por reglamento, cuando un boxeador sufre una caída de ese tipo, debe esperar al menos 60 días antes de volver a combatir. No fue el caso. Esa omisión abre interrogantes: ¿quién autorizó su pelea en Arizona? ¿Se le practicaron exámenes médicos? ¿Estaba en condiciones reales para subir al ring?


El hombre detrás de los guantes


Más allá del peleador, Tony era esposo, padre de tres hijos, y un hombre que siempre buscó salir adelante. En la Comarca Lagunera lo recuerdan como alguien generoso, cercano, dispuesto a entrenar gratis a los chicos que no podían pagar. Amaba el boxeo, pero más aún amaba a su familia. Su esposa viajó de inmediato a Estados Unidos para realizar los trámites de repatriación del cuerpo. Mientras tanto, amigos, colegas y seguidores de la región se organizaron para rendirle homenaje en redes y en su gimnasio. En los muros del lugar donde entrenaba quedó escrita una frase con marcador rojo: *“Tony, gracias por enseñarnos que caer no es lo mismo que rendirse.”

Lo que sigue


La necropsia dictará la causa exacta de su muerte. Mientras tanto, queda la reflexión sobre la fragilidad del deporte cuando el cuerpo no se respeta y las reglas no se cumplen. Tony no era una estrella millonaria. Era uno de tantos que dan la vida por subir al ring con la esperanza de volver a casa. Esta vez no volvió.

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