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  • Foto del escritorredcomarcamx

Don José se mantiene vigente


Un glorioso día en 1985, en la Asamblea General de la ONU, José Sulaimán recibió de manos del secretario general, Javier Enrique Pérez de Cuéllar, un reconocimiento por la incansable labor a favor de la inclusión e igualdad humana.


Su nombre y su legado va de la mano con los esfuerzos del Santo Padre Francisco y su fundación pontificia Scholas Ocurrentes.

Esta semana, el papa Francisco visitó Mozambique, y el deporte se manifestó cuando Su Santidad inauguró la escuela de surf, en Tofo, la que lleva el nombre “José Sulaimán”.

La relación de África con mi papá se remonta a los años 40. El abuelo don Elías lo mandó a conocer a su familia, situada cerca de Boston. Tomó el camión GreyHound, en Texas, y fue en ese trayecto, donde vivió la vergonzosa e inhumana práctica de la discriminación racial.

Secciones en autobús, restaurantes y baños para negros, palabra que don José odió hasta su último suspiro. Ese viaje lo dejó marcado.


A fines de los años 60, mi padre viajó como supervisor del Consejo Mundial de Boxeo (WBC, por sus siglas en inglés) a Sudáfrica. En el vuelo iba el retador, quien era de color. Platicó mucho con él y le aseguró que estaría cerca para cualquier cosa que llegara a necesitar.


Al aterrizar, los morenos fueron separados, y no lo volvió a ver hasta el vestidor, minutos antes del combate. Entraron tres hombres blancos arrogantes, y leyeron un pergamino al boxeador, nombrándolo blanco honorario para permitirle subir al ring esa noche.


Fue en 1975, cuando mi papá fue electo presidente, precisamente en Túnez, África, y donde aceptó, bajo la condición de poder tomar medidas, para que este organismo cambiase el boxeo mundial.



Su primera decisión fue expulsar a Sudáfrica del CMB. Impuso un veto a ese país, y combatió el Apartheid; lideró a muchas organizaciones deportivas para hacer lo mismo.

Un glorioso día en 1985, en la Asamblea General de la ONU, José Sulaimán recibió de manos del secretario general, Javier Enrique Pérez de Cuéllar, un reconocimiento por la incansable labor a favor de la inclusión e igualdad humana. Fue esa la culminación de su peregrinación y apostolado por servir al mundo, por medio del deporte y el boxeo.

Fue en 1999, en Johannesburgo, Sudáfrica, cuando Nelson Mandela se presentó a la sesión inaugural de la convención anual del Consejo Mundial de Boxeo.


Como presidente de ese país, y en compañía de la comunidad del boxeo mundial, Mandela levantó en alto su cinturón verde y oro, al ser nombrado campeón mundial de la igualdad y la paz. Es así que llegamos a celebrar un momento único bajo el legado de don José.

Hace unos días, post mórtem, mi papá recibió, a nombre de millones de los deportistas más extraordinarios y humildes del mundo, los boxeadores, un grandioso homenaje, al nombrar la escuela de surf en Tofo, Mozambique, en África.



La Escuela José Sulaimán, a través de su Fundación Scholas Ocurrentes, y por recomendación de sus presidentes mundiales: José María del Corral y Enrique Palmeyro, siendo la única instalación de las cientas que hay, con un nombre propio como reconocimiento a la aportación, al servicio, la inclusión y la paz.


¿Sabías que…?

Thulani Malinga se convirtió en el primer campeón mundial de Sudáfrica, tras la post Apartheid.

Nelson Mandela celebró este campeonato de manera espectacular, y fue a convivir con Mike Tyson, Sugar Ray Leonard, Don King y don José Sulaimán.


Anécdota de hoy

El día de elecciones para presidente del CMB, en Túnez, mi mamá caminó por la calle con quienes la acompañaban de compras, mientras se llevaba a cabo la votación a puerta cerrada.


De repente, se prendieron las bocinas para rezar el Corán. Los acompañantes empezaron a celebrar con ella, y les dice: “¿qué pasa? ¿Están locos?”. Y ellos le responden: “Que todo el país está rezando para que gane Sulaimán en la votación”.

Desde ese entonces, un mexicano, descendiente de libaneses, llevó el espíritu de servicio a los últimos rincones del mundo.

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