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  • Melodía Martínez

México clama justicia social

Por: Nancy Grajeda

No creo que exista algún mexicano que sienta vergüenza por su país, porque México es un país grandioso, lleno de riqueza, de historia, de recursos naturales, de cosas bellas que contar y recordar. Los mexicanos somos herederos de una raza de bronce orgullosa de su estirpe y de de sus tradiciones, sin embargo, a lo largo de los años ha sido secuestrado por clases élites que creyéndose dueñas del país lo han querido reducir a las ruinas.

¿Qué ha motivado a esas clases poderosas a tratar de tragarse de un bocado a México?, pues precisamente esos recursos naturales que posee y que lo hacen un país único para vivir. Durante muchos años, generaciones enteras han succionado las riquezas y las han heredado a sus vástagos, claro, siempre haciendo caso de ir dejando pobreza y marginación a su paso, porque no puede haber clases poderosos sin antes haber empobrecido a millones, porque precisamente la riqueza proviene de la explotación del hombre por el hombre.

En México vivimos hoy en día 125 millones de mexicanos que tratamos de salir adelante gracias a nuestro trabajo y a nuestro esfuerzo, sin embargo, pocas o nulas son las oportunidades que se ofrecen, por ejemplo la de ser mano de obra barata para enriquecer los bolsillos de los que son dueños de los medios de producción. Gobiernos anteriores y actuales no han querido resolver la demanda de empleo para todos los mexicanos en edad de laborar, es por ello que no hay trabajo suficiente y la informalidad repunta a 56.3% de la población ocupada.

Durante agosto del 2019 se ocuparon en el sector informal de la economía 56 de cada 100 mexicanos y el desempleo afectó a 4 de cada 100. En la escala nacional el 18.9% de los trabajadores se encuentra empleados recibiendo salarios bajos, y obligados a cumplir jornadas extenuantes. Y por si esto no fuera poco, hoy en nuestros días estamos padeciendo una pandemia terrible, la del Covid-19, que mantiene en estado de alerta a la población mundial por la gravedad de este virus que afecta a las vías respiratorias y provoca muerte en el peor de los casos.

Hace unos días se informó vía medios de comunicación que debíamos de permanecer en nuestros hogares para tratar de salvaguardar nuestra integridad y nuestra salud y no ser alcanzados por este terrible virus.

Lo curioso de esto es que esta medida fue aplicada muy a fuerza de los deseos de nuestro “flamante” presidente quien a pesar de las medidas de distanciamiento social difundidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), este seguía con sus ideas desafiantes de no hacer caso y seguir aconsejando a los mexicanos a no hacer caso a estas medidas y promoviendo los besos, los abrazos y las mordidas de cachete.


A pesar de la gravedad la necedad del López Obrador se quedó al descubierto descaradamente, poniendo en riesgo a sus propios gobernados, a aquellos que lo sentaron en la silla del poder y por los cuales juró trabajar.

Aunque parece broma, ante todos estos demonios que nos rodean curiosamente el miedo mayor que tienen los trabajadores informales no es precisamente al coronavirus sino al hambre que se provocará por las medidas de aislamiento implementadas por el gobierno.


Al poco tiempo que se anunciaron la medidas de distanciamiento social empezaron a circular en las redes sociales imágenes de vendedores ambulantes y comerciantes, quienes decían que no se retirarían de sus puestos hasta que el coronavirus los matara.

Triste realidad la que se vive, donde los mexicanos tienen que elegir si morir abatidos por esta enfermedad o por el hambre, al ser encerrados en sus hogares sin poder salir a buscarse la vida para llevarles alimento a sus familias.

En esta pandemia se han infectado hasta el momento en México 717 personas y ha cobrado la vida de 12 personas. Ante esto, la Secretaría de Salud señaló que se debe hacer caso al llamado de permanecer en los hogares y de lavarse las manos con regularidad, pero la realidad de miles de familias capitalinas es también padecer de agua potable en sus hogares ¿dónde se lavaran las manos?. Diario en las noticias se informa sobre manifestaciones al por mayor, ante alcaldes como el de Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan, etc. por la falta del vital líquido.

Urge que se implementen medidas para reducir la diseminación de esta peligrosa enfermedad, pero también que se garantice la subsistencia de miles de mexicanos que no tienen otra forma de subsistencia. Urge que el gobierno de López Obrador se ponga a trabajar en serio y deje la campaña política eterna de lado y de resultados. Esta es la prueba de fuego porque México hoy más que nunca clama justicia social.

Esta grave enfermedad nos grita en la cara que se requiere una nueva forma de gobernar, un

gobierno progresista que se atreva a cambiar el sistema de cosas en el que vivimos y en donde haya equidad para todos los mexicanos, y aquí, en México no se están cumpliendo las expectativas.




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