Necesitaba tiempo, le urgía que la atención de la opinión pública se desviara en otra dirección y lo logró. Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le importó ser otra vez el hazmereír de México y el mundo, se está acostumbrado a ello; ya antes cualquiera de sus límites se puso a prueba con la bochornosa acción del gobierno en la detención de Ovidio Guzmán, el narcotraficante que lo puso contra la pared y que le ganó la batalla, hoy de Ovidio no se sabe nada más, cómo si él gobierno de Obrador hubiera enterrado el tema, de hecho lo hizo, pues cada desacierto de su gobierno, entierra la atención que se tenía en el anterior.
Mientras la gente sigue padeciendo por la falta de servicios de salud gratuitos, hoy, las redes sociales hablan de la última estupidez que el presidente saca, cómo si sacara un conejo del sombrero de mago: rifar el avión presidencial, seis millones de boletos, a 500 pesos cada uno. No es la única ocasión en la que un gobernante logra fijar las miradas en otro punto, es una estrategia de la comunicación política, a pesar de ser un recurso, lo lamentable es que en este gobierno sea un recurso de prácticamente casa semana.
El Obrador de campaña, es otro del Obrador que gobierna, tenía todas las soluciones a los problemas del país y hoy, tiene un problema para cada solución.
No perdamos de vista que los temas fundamentales de este país no se han resuelto, la "caridad" que se reparte a nombre del gobierno, de la "Cuarta Transformación" es insostenible en insuficiente, el país no crece en materia económica y esa dádiva, se desvanece con el nivel de la inflación.
Los mexicanos están despertando, el tema de la rifa del avión, que por cierto no le pertenece, fue la peor de las burlas que López Obrador pudo hacer, le miente en la cara a México, sin pudor, de la manera más artera que se le pudo ocurrir, ojalá que la historia no se lo perdone.
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